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Árbol amante de la humedad: el aliso

El aliso (Alnus glutinosa, familia Betuláceas) es un árbol de hoja caduca, que puede alcanzar hasta 30 m. de altura y la edad de 100 años, de corteza pardusca y resquebrajada, que vive en riberas y otros lugares húmedos.

Las hojas nuevas salen en primavera, son muy viscosas durante los primeros meses y de color verde oscuro. Tienen forma redondeada, a veces un poco estrechada inferiormente, escotada en el ápice, por lo general de 4 a 9 cm. de largo, con los márgenes desigualmente sinuosos y dentados, sostenidas por un pecíolo.

Tiene flores masculinas y femeninas. Las primeras se agrupan en amentos de 6 a 12 cm., los cuales al principio están erguidos y tienen color pardo violáceo, y más tarde, cuelgan de las ramas. Las flores femeninas, se reúnen en una especie de piñas de 1 a 2 cm.

Los frutos son muy pequeños, comprimidos y rodeados de una angosta alita.

Florece desde febrero hasta abril, y sus frutos maduran a fines de verano o al empezar el otoño.

Aparece en lugares húmedos y riberas, principalmente en todo el Pirineo y en las cordilleras septentrionales de la Península. Prefiere tierras silíceas y comarcas lluviosas. Es un árbol adaptado a tener el sistema radicular sumergido en agua.

Las hojas contienen azúcar; y están recubiertas de una substancia compuesta por dos alcoholes, el glutanol y el glutinol, y por los ácidos glutínico y glutinólico. Se emplean para la higiene y el descanso de los pies. Como cataplasma provocan la retirada de la leche en mujeres que amamantan, y también actúa como vulnerario.

La corteza es rica en tanino (contiene hasta el 20 % en casos excepcionales), tiene una materia colorante roja de tipo glucosídico (la emodina), alnulina, protalnulina, y aceite graso. La corteza se emplea en higiene bucal.

Se puede realizar la siguiente decocción de las cortezas para la higiene bucal:

  • Echar entre 25 y 50 gr de corteza por litro de agua.

  • Dejar hervir durante 15 ó 20 minutos.

  • Utilizar para realizar gárgaras y enjuagues.

  • Sirve para endurecer las encías, para afianzar los dientes y las muelas, contra las anginas e inflamaciones de la garganta, etc.

​Aunque su madera no es demasiado dura, resiste muy bien el agua de manera que en la antigüedad se utilizaba para hacer pilares en lugares pantanosos.

En zonas de los Alpes se utilizaba el siguiente remedio para aumentar la transpiración: se llenan unos costales de hojas de aliso, se calientan al sol o dentro de un horno templado, se extienden sobre una cama y se hace echar el enfermo en ella, después le cubren con las mismas hojas calientes y se tapa con una buena manta. Algún tiempo después el enfermo suda copiosamente.

Es un árbol interesante para utilizar en la recuperación de terrenos que han servido de vertederos.

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